Cuando se habla de una empresa, se hace referencia a la unidad organizada que trabaja en conjunto para alcanzar cierta cantidad de beneficios, a través de la realización de ciertas actividades de producción y comercialización.
El funcionamiento de una empresa, resulta ser uno de los sistemas más complejos creados por el hombre, debido a que implica la sincronía de varios elementos: fuerza humana, técnicas, capital y materiales. Precisamente, detalles como la procedencia o el tamaño del capital de una empresa, puede ser de utilidad a la hora de clasificarla.
En ese sentido, actualmente, existen tres divisiones de acuerdo con el origen del capital para la empresa. Estos son: empresas privadas, empresas públicas y empresas mixtas.
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Empresas privadas
El único objetivo de una empresa privada es obtener una ganancia económica, y su capital, proviene de inversionistas privados que formarán parte importante de la organización.
Una vez creada la empresa, se conforma la junta de accionistas, ellos tendrán que votar y decidir el camino o los cambios que quieran seguir. Además, su mayor meta es obtener una ganancia superior a la inversión.
Aun cuando sea necesario cumplir con las obligaciones legales, por ejemplo, pagar impuestos, las decisiones pertenecen de forma exclusiva a quienes participaron y colocaron su inversión para crear la empresa.
De esta manera, el capital de este tipo de empresas puede provenir de:
- Inversionistas nacionales, quienes invierten pertenecen al mismo país donde está establecida la empresa.
- Inversionistas extranjeros, el capital se origina por parte de personas que vienen de otros países.
- Inversionistas trasnacionales, las inversiones provienen del extranjero, y al momento de reinvertir las ganancias, se toma en cuenta tanto los países de origen, como el país de la empresa.
Empresas públicas
Contrario a las empresas privadas, en las de carácter público el capital pertenece a las arcas públicas del Estado. En la mayoría de los casos, estas empresas son creadas para satisfacer las necesidades de un sector determinado de la población.
Por lo tanto, no necesariamente persiguen una ganancia de tipo monetario. A veces, el objetivo se basa en una mejora o cambio social. Aquí, entran todas las empresas públicas de educación y salud, por ejemplo:
Centralizadas
En las empresas públicas centralizadas, el poder de la toma de decisiones está unificado, orientado hacia una sola figura de autoridad. En este caso, sería el jefe de Estado.
Descentralizadas
Para esta clase de empresas, las actividades que desarrollan están relacionadas y son de interés, tanto para el Estado, como para el público en general. Sin embargo, la organización tiene personalidad y figura jurídica propia.
Estatales
Mientras que se dedican a una actividad económica específica, estas empresas pertenecen completamente al Estado. No tienen interés en formar una sociedad anónima, pero están sujetas al derecho público y al privado.
Desconcentradas
Aun sin romper el vínculo que existe con el Estado nacional, una empresa pública desconcentrada controla su propio presupuesto, y conserva autonomía sobre sus decisiones.
Paraestatales
Dentro de este tipo de empresas, el Estado continúa siendo el único propietario de dicho negocio. Sin embargo, la estructura funciona porque se ha formado una conexión de colaboración entre los participantes comunes y el dueño, a fin de seguir produciendo bienes y servicios para la población.
Empresas mixtas o semiprivadas
Como su nombre lo anuncia, dentro de esta categoría las empresas buscan combinar una administración privada, con una inversión pública. El capital requerido para llevar a cabo la producción de los bienes o del servicio, no alcanza a ser cubierto por una inversión privada.
Entonces, el Estado entra en acción y aporta el dinero. Sin embargo, la toma de decisiones, administración y todo el trabajo en general, siguen estando en manos de los propietarios legítimos de la empresa.
